El novio de la muerte
        
Julio Romero Zarco, 2009

Ahora vienes a mí engalanada
Con diadema de flores olorosas
Con tus lindas manos nacaradas
Y esa boca de nardo, tan preciosa.

Te llamé en el desierto ¿lo recuerdas?
Fue una noche de Agosto, luna llena,
Mi cuerpo era una llaga dolorida,
Con esquirlas clavadas en las venas.

Te llamé en el pantano cenagoso.
Te llamé en las trincheras embarradas.
Te llamé comido de piojos, cuando
Preso en Marrakech me torturaban.

¡Cuántas veces canté nuestro noviazgo!
¡Cuántas veces te amé sin traicionarte!
¡Cuántas veces soñé con tu cintura!
En las largas noches del invierno.

Pero tú, esquiva y consentida
Pasabas con desdén y de soslayo
Me mirabas muy fija, y te reías,

Ven a mí soñada y bella novia
Ven a los brazos de tu amado.
Ven a apagar el fuego de mis labios,
Ten piedad, piedad de este soldado.


Tu perfume de esencia de romero
Se quedaba vagando en mi recuerdo
Después dolor, la noche, nada,
El vacío inmenso del silencio.


Y ahora llamas a mi puerta,
Tengo el pelo cano, no soy viejo,
No ves, inoportuna visitante
Que después de tu infidelidad constante,
He buscado otros brazos y otro lecho,
Que el amor que antes sentía
Es ahora desprecio lo que siento.


Ahora amo a otra mujer, que es mi locura,
Que es pasión por ella lo que siento
Que en su vientre tiene la esperanza

Del antiguo Legionario-guerrillero.


Pasa de largo de esta casa
Que con mis brazos sostengo.
Vete como el humo de estos troncos
Que en la chimenea tengo ardiendo,
Es mi hogar, mi templo, mi sosiego
Es lo único que nunca tuve, y ahora tengo.


Cabizbajo, el viejo legionario
Observa como ella extiende un velo
Y no puede luchar contra el destino
Se endereza y toma aliento
Ciñe a la doncella por el talle
Besa su boca de pomelo
Y le dice muy bajito en el oído:
Nunca un novio de la muerte tuvo miedo.
J.R.Z.