Carta
a
mi
hermano Miguel |
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por Matilde Romero Zarco | ||
Dedicado a mis
sobrinos: Miguel,
Matilde y Virginia, en
memoria de su padre Miguel Morenas |
Son tantas y tan buenas las vivencias que tengo en mi mente… Ya desde pequeña recuerdo cuando iba con Miguel y mi hermana Virginia de tapitas a los mejores bares de Triana, porque Miguel no te llevaba a cualquier sitio. No, él te llevaba al Sol y Sombra por ejemplo, que es donde yo he comido el mejor jamón de Sevilla, por decir algo. |
Restaurante Sol y Sombra, C/
Castilla
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Quejigos bajo la cumbra de
la
Alcazaba
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Tengo recuerdos de la Sierra de las Nieves, donde recorríamos senderos y caminos que yo jamás hubiera podido pensar que tuviera vistas tan maravillosas, pero él las conocía bien y sabía dónde te estaba llevando. Nunca dejaba nada al azar ya que siempre preparaba las rutas con mucho esmero. |
La Cueva del Gato la conocí en compañía de Miguel y Virginia. Esa cueva que en mi niñez ya la había soñado, donde mi hermano Pedro y sus compañeros salvaron a unos espeleólogos que estaban perdidos en ella. Fueron días de aventuras, de tiendas de campaña, de noches oscuras, con el ruido del río por compañero. |
Pasaron los años y me fui haciendo mayor, pero no
por ello
dejé de sentirme muy cerca de ellos, sobre todo
cuando me
quedé sin mi madre a los 19 años, ya que
Miguel y
Virginia siempre estaban ahí para apoyarme. |
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Ya
con mis niños pequeños, cuando iba a
Barcelona a ver a
mi marido Luis, (los años que estuvimos separados
por el trabajo),
era él quien me llevaba al Aeropuerto o a la
Estación de
Tren y siempre al regresar era la persona que me
esperaba junto con mi
hermana Virginia, para darme la bienvenida a casa. |
Mi
hermana,
que es una gran mujer, una hermana maravillosa y una
madre excepcional,
ha sabido tener a su lado a un hombre ejemplar y de
ley, que no ha
retrocedido nunca ante las grandes decisiones de
Virginia, a veces
duras para él, pero aceptadas con amor y por
amor hacia ella,
porque sabía que eso la hacía feliz: el
dedicarse a
ayudar a los demás siempre.
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Miguel y Virginia en el Camino de Santiago, año 2011 |
Mis hijos no han
podido tener mejor segundo padre que su tío
Miguel y por eso al
despedirme de él con un beso, le di las gracias
por tanto
cariño y tanto amor como me había dado a
mí y a
mis hijos y le prometí cuidar de vosotros como
siempre él
había cuidado de mí. |
Seguro que allí donde estés, estarás nadando entre delfines, en ese mar que tanto amabas. Y las olas acariciarán tu pelo de plata. Cuando mire a las montañas nevadas te veré allí arriba, cuidando de nosotros desde lo alto. |
Mirador de la Amatista, Rodalquilar
(Cabo de Gata)
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Y estoy segura que allí arriba, en el cielo, brillará un lucero que será nuestra mejor estrella de cada Navidad. | |
Siempre te llevaré en mi corazón. |
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