Todas las tardes
pasaba por la calle el vendedor de barquillos. Saludaba al abuelo al
pasar por delante de la sastrería y éste, cada vez que
podía, salía a comprarle un barquillo y se lo
subía a su nieto de dos años (mi padre, el abuelo
Manolo), que vivía en el piso de arriba.
Un día,
estando el niño en el cierro (balcón cerrado
típico de Cádiz) y al ver que el vendedor pasaba de
largo, se puso a gritar con todas sus fuerzas para llamar su
atención. Pero el que salió a la calle fue su abuelo
enfadado. Con mucha educación le pidió disculpas al
barquillero y le rogó que subiera con él, para que el
niño se disculpara por la forma que había tenido de
llamarle. El buen hombre lo comprendió y le regalo un barquillo.
El abuelo, como no podía ser de otra manera, no consintió
dárselo ese día.
En un rinconcito
de su mente infantil se guardó el rencor por no haber recibido
ese barquillo. Cuando llegó su chacha, Doña
Encarnación, las lágrimas le caían a borbotones.
Ella, que se hacía cargo de él mientras su madre daba a
luz a su tercer hijo, permitió que se desahogara arañando
la foto del abuelo, pero supo inculcarle con paciencia y mucho amor
todo lo que necesitaba para hacer de él un niño bueno y
aplicado.
Doña
Encarnación, “mi chacha”, como él la llamaba,
forjó el carácter del abuelo Manolo con lecturas y
cariño. A los 3 años ya era capaz de leer las
fábulas de Iriarte. Ella lo llevaba a misa y lo
acompañó al altar el día de su primera
comunión.
Cuando
murió, allá por el año 1926, lloró tanto
que lo castigaron. Siempre tuvo presente su cariño y sus
enseñanzas. En la “semblanza” autobiográfica que mi padre
escribió le reservó la siguiente estrofa:
“De
chacha aristocrática
cogido de la mano
procesión y verbena.
Sopa de hierbabuena
y camita temprano.”
Poco tiempo
después, cuando mi padre tenía 15 años, el abuelo
enfermó y el nieto tuvo ocasión de demostrar lo que su
chacha le inculcó. Cuidaba de él, le hacía los
flanes que tanto le gustaban, le leía la prensa y lo aseaba cada
día. Así fue como el abuelo Manolo dejó de ser un
niño y empezó a ser un hombre.